***Un café en Antigua III***
***Un café en Antigua III***
No, no andaba de turista,
yo andaba de contemplador,
en la ciudad del amor,
mi Antigua Guatemala,
la ciudad encantada,
la ciudad mágica.
En una cafetería de esas
pintorescas, quería tomarme
un café, leer ese libro,
que no termino de leer
y escribir aunque fuera,
unas líneas del que no
termino de escribir.
Pero se me cruzo en el
pensamiento ella,
esa mujer misteriosa,
que vi pasar el otro día,
desde aquella terraza
y no la he vuelto a ver.
Sería acaso una turista
que vino y se fue o viviría
aquí enamorada del paisaje,
acariciada por la brisa
soñando bugambilias,
y amaneciendo con jacarandas.
Me asomé al balcón,
quería contemplar el atardecer,
estar allí indefinidamente,
tomándome un café,
pensando en lo que pudo ser
y no fue...
Porque yo soy, de los que
sueñan con los ojos abiertos,
de los que hacen películas mentales,
de los que cambian los argumentos
de las historias que leen y hacen
con sus vivencias obras teatrales.
Si, pensé en aquella muchacha,
que he visto solo una vez
y eso cada vez, tomando un café,
y he llegado a pensar, que el café
tiene un efecto alucinante,
porque cada vez que lo bebo,
pienso en ella y en lo que pudo ser.
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