“Un café pa olvidarla”

 “Un café pa olvidarla”

Salí de mi trinchera, buscando un lugar cualquiera y me encontré con ese café en la esquina, esa donde el pata de chucho se orina…

Y pedí un café y un vaso de agua, pa aralarlo y que no me sepa amargo; pedí un café con poca azúcar, pa olvidarla y brindar por usted, como lo hace un bohemio con una copa de vino y allí estaba aquel chucho, que pensaba que ya había encontrado dueño.

Me bebí el café sorbito a sorbito, así suavito como cuando le hacía el amor y luego me pedía entre suspiros, sentir todo mi vigor.  En esos días, en esas noches, que usted pensaba que me amaba.

Y es cierto que me amaba, con loca pasión, con todos su corazón, pero era mucho pedir que fuera para siempre.  Allí la ame entre esas paredes gruesas de las paredes de las casa de mi Antigua Guatemala, allí donde algunos dicen qué hay enterrados parados, allí donde las paredes no dejan escapar ni un suspiró pa que todo quede entre nos…

Me tome el café y pedí otro, uno pa olvidarla y otro pa recordarla y el chucho seguía allí, meneando la cola, en eso me dieron ganas de una Coca Cola, pues me recuerda el veneno de su boca que me provoca quererme morir, pero de amor.

Si conmigo perdió el pudor y el sudor era parte de ese popurrí de aromas de nuestras noches de pasión, donde dejar de amar daba comezón, de todo eso solo conservo su calzón, ese que olvido bajo el colchón.

Por eso seguiré tomando café para olvidarla y de vez en vez recordarla…

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